YO NO SOY MOROSA

Queridos amigos y mujeres del mundo,

¡Lo prometido es deuda! Como no me gusta ser demasiado morosa, hoy voy a cumplir con algo que dije la última vez que escribí aquí. ¡También es normal que queráis saber qué cara tengo! Ya os digo yo que soy preciosa.

De pequeña las niñas me envidiaban porque yo tenía el pelo rubio natural y algunas de mis compañeras de colegio ya se teñían con siete años. La culpa de ello la tenían las madres, que querían que sus hijas fueran todo lo guays que la naturaleza no les permitía. Luego pasaba lo que pasaba; cuando, una vez por semana, nos llevaban a la piscina a aprender a nadar como bellos delfines (o terroríficos pez roca en algunos casos), el cloro hacía que los rubios de mis envidiosas compañeras se convirtiera en un verde kiwi descolorido por el paso inexorable del tiempo. Claro, ellas intentaban que eso fuera una virtud, y formaron el Club de las Melenas Verdes, algo así como el de los Poetas Muertos pero en niñatas malcriadas futuras madres precoces. Ellas se reunían una vez a la semana, cuando les emergía el verde, y jugaban con sus muñequitas, a las que pintaban el rubio pelo con los rotuladores fosforitos. Luego estaban las Barbis que no encontraban un Ken decente que quisiera llevárselas al campo del amor en su coche deportivo descapotable.

Yo soy feliz, porque hoy por hoy esas malditas putas que me excluían por ser rubia natural son unas desgraciadas fracasadas. La Mari vende bragas en el mercadillo y ya tiene 3 niños de dos padres diferentes, la Juli se ha retirado a su particular Retiro, la Patri quería ser cantante y ahora se gasta el sueldo de su marido en desodorantes y la Tere… ¿Había una Tere? Ah, no, esa era la profesora.

Bueno, ¡que me voy del tema! Aquí os dejo mi foto. Espero que no seáis muy malos conmigo, pensad que la situación no era la mejor. Me la sacaron en la fiesta de pijamas que hicimos este fin de semana en casa de una amiga.


¡Nada más por hoy! Hasta pronto amores.